Era un día especial para el equipo Suzuki. Recibía la visita, nada menos que de su presidente a nivel global, Toshihiro Suzuki, que acudía a Hungría a una reunión con los mayores distribuidores de la marca. El japonés decidió hacer una parada en Le Mans para ver en directo la carrera y animar a su escuadra. Sin embargo, las cosas no fueron lo bien que esperaban ni como habían ido en las carreras precedentes: llevaban tres podios en cuatro citas.
Andrea Iannone se cayó en la curva 5 de la primera vuelta cuando iba en el top 5 y podía luchar, al menos, por el podio. Por su parte, Álex Rins no fue muy constante y finalizó décimo, a 27.9 segundos del ganador.
Con todo, el mayor palo para el italiano llegó al saber de parte de su marca que no contarán con sus servicios para 2019. El de Vasto fue informado de que no tienen intención de renovarle el contrato y le abrieron la puerta a buscarse el futuro fuera de la estructura con sede en Hamamatsu.
El Maniac llevaba dos podios consecutivos, pero su irregularidad y su mal 2017 cuando llevaba el peso del desarrollo y equivocaron el camino con el costo de una campaña desastrosa, pesaron mucho. Rins, en cambio, fue renovado por dos temporadas tras el anuncio oficial que se realizó el jueves pasado.
La solución para Iannone está clara. Según su entorno, está muy cerca de firmar con Aprilia. El italiano ya intuía que esto podía suceder con Suzuki y había hablado con otras fábricas y equipos. De hecho, ya lo hizo en 2017, cuando las cosas fueron mal y cuando fueron regular. Su llegada, junto con la continuidad de Aleix Espargaró, sellada oficialmente también en Francia, dejaría sin lugar a Scott Redding, muy cuestionado por su rendimiento, y a Danilo Petrucci, quien tenía en sus compatriotas una firme opción en caso de no llegar al equipo oficial de Ducati.
S.B