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En los últimos cinco años, los cuatro grandes accidentes de la Fórmula 1, o sus categorías satélite, han tenido un común denominador:la cabeza de los pilotos.
Henry Surtees, que falleció, Felipe Massa, María de Villota, que tampoco pudo resistir a las secuelas, y ahora Jules Bianchi, sin olvidar a Dan Whedon en la Indy, sufrieron justo en el lugar más débil de un piloto y quizás el único que sigue hoy muy expuesto en el automovilismo.
La FIA lleva más de un lustro trabajando la protección de la cabeza, pero no termina de habilitar una solución que sea del gusto de los protagonistas. Además, según revela Autosport, tampoco han encontrado la colaboración de Bernie Ecclestone y de los equipos grandes como McLaren, Mercedes yRed Bull. En 2012 se negaron en distintas reuniones al considerar la barra antivuelco delantera, uno de los primeros prototipos, muy antiestética.
El tema no se cerró, y la FIA ahora sigue su camino, mucho mas impulsivo tras lo ocurrido el domingo en Suzuka. Rob Smedley, ingeniero de pista de Felipe Massa en Ferrari y ahora en Williams, reconoce que sería muy sencillo cerrar el cockpit de los pilotos, con una cúpula o con el elemento que fuera.
«Desde un punto de vista técnico, cerrar la cabina de los pilotos es muy fácil de implementar. Es algo que estuvimos discutiendo en las reuniones técnicas y sobre lo que hemos ido hacia delante y hacia atrás», señala.
A Smedley, que vivió en primera persona en 2009 el tremendo susto con Massa en el Gran Premio de Hungría, le importa poco la estética, como a bastantes en los boxes. «Cambiaría la forma de los Fórmula 1, pero se comparan los coches de 2014 con los de 1950, no son muy parecidos. Para mí la estética no es un argumento, quizás para otra gente sí».
La FIA también probó con una cúpula que tape por completo la cabina y en los test con neumáticos lanzados a más de 225 km/h salió muy bien parado. Eso sí, el posible vaho, la lluvia, la falta de aire o la propia deformación de la visión a través de una fibra transparente son elementos que aparecen donde antes no existían.
En el caso de Bianchi, es una incógnita si una barra antivuelco o una cúpula hubieran sido efectivas. De hecho, sin la grúa, también habría sido un grave accidente. «Si esto hubiera cambiado el accidente de Jules, no lo sé», añade Smedley. «No sabemos lo fuerte que es un auto en este tipo de accidente. Es un suceso sin igual», concluyó.

S.F.