Después de conseguir una vuelta perfecta en Mónaco, casi la mejor que dio siempre en el Principado y a sólo 66 centésimas por detrás de la de Vettel en 2011, Ricciardo lució su mejor sonrisa, pero tras la carrera se le fue de un plumazo. Era increíble que la segunda victoria seguida de Red Bull en 2016 y su primera en Mónaco se esfumara por un fallo de logística tan incomprensible. Paró para poner los slicks y no estaban preparados.
Un error importante de un equipo energético que suele funcionar como un reloj, y que dejó con la cabeza baja y las manos entrelazadas, pidiendo perdón a su primer piloto. «Fue un día muy decepcionante. Debemos a Daniel una enorme disculpa porque fallamos al no apoyarlo como lo hicimos para conseguir su primera pole. El retraso le costó el liderazgo y a pesar de la conducción excelente que hizo para acercarse a Lewis, no pudo pasarlo, como suele ser el caso en Mónaco», dijo Christian Horner.
La razón del desastre que hizo el equipo está en la estrechez de los boxes de Mónaco y en sus garajes tan particulares: «Basándonos en cómo nos establecemos aquí, el muro de boxes está arriba y el garaje está abajo. Los neumáticos están calientes tanto en el garaje como detrás del garaje y, por desgracia, el juego de neumáticos que teníamos que poner no estaba a mano fácilmente, estaban en la parte trasera del garaje. Hubo una confusión con los mecánicos. Tenían listo el neumático blando y cuando se pidió el cambio para ir con el superblando, estaban justo en la parte trasera del box. No pudieron llegar al auto con ellos a tiempo, lo que nos costó unos 10 segundos en la parada», aseguraba Horner. Una falta de previsión absoluta de la que se quejó Ricciardo y con razón. «Me la hicieron otra vez», dijo con resignación después de que en España también se equivocaran con su estrategia.