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Budapest atraviesa una ola de calor esta semana que amenaza con estresar aún más un Gran Premio de Hungría que suele ser muy exigente con los pilotos. El propio Fernando Alonso reconoce la ausencia de rectas largas y la sucesión de curvas dispara sus pulsaciones a una media de 177, con picos de 191, los más altos de toda la temporada.
Por si el estrés físico fuera poca cosa, Hungaroring estrena nuevas disposiciones de la FIA que pueden alterar aún más el pulso estratégico de la carrera. El primero, la rebaja de la velocidad en el pit lane durante la carrera a 80 km/h tras el impactante accidente en el pasado Gran Premio de Alemania cuando Paul Allen, cámara de la FOM, recibió el impacto directo de una rueda del monoplaza de Mark Webber
La intención original era retocar esta norma en 2014, pero a la FIA encontró prisa porque la seguridad es uno de los temas del organismo e igualmente todos los miembros de los equipos que trabajen en esa zona del trazado deberán llevar casco.
Los daños colaterales de esta rebaja son evidentes. Al descender la velocidad de 100 a 80 km/h, esto se traduce en segundos, alrededor de cuatro, lo que supone un importante retraso si se hacen tres paradas o cuatro como en los últimos años con Pirelli.