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La organización espera a algo más de 100.000 personas durante los tres días del evento y cada una será grabada a la entrada. No serán cacheadas, pero sus bolsas serán escaneadas. No se permitirá la entrada de numerosos objetos: ninguno de cristal o metal. Nada de bebidas alcohólicas. Hasta los paraguas serán medidos y sólo pasarán los pequeños.
Desde el circuito no tienen dudas de que no habrá ningún problema. «Nuestras medidas son ya de por sí muy fuertes. Serán las mismas que en el pasado Gran Premio de Fórmula 1, pero aumentadas por lo sucedido en Boston. Nos pusimos en contacto con las autoridades locales y ellos harán todo lo que esté en su mano para que sean unas carreras seguras», explica Julie Loignon, responsable de Relaciones Públicas del trazado.
Desde Austin no quieren dar datos del número de agentes que serán destinados, pero acudirán policías de la ciudad, del condado, del estado y federales, además de la propia seguridad privada de la pista. «Aquí mejor no ser malo, todo está controlado», avisa Loignon.
Los equipos, mientras, trabajan con relativa tranquilidad.